Introducción

El Salvador se ha destacado por avanzar en la carrera por inmunizar a la población contra la enfermedad del coronavirus (COVID-19). El porcentaje de población vacunada con ambas dosis fue del 62.7 %, a diciembre de 2021, hecho que lo ubicó como el octavo país con mayor porcentaje de vacunación en Latinoamérica.

Las mujeres rurales, en particular, enfrentaron diversas barreras para acceder a la vacunación, entre ellas, tecnológicas, por motivos de distancia y movilización, económicas y culturales, debido a los roles de género y creencias.

Este micro sitio muestra los hallazgos de la investigación “Barreras y acceso a vacunación COVID-19 para las mujeres rurales en El Salvador”, llevada a cabo por el Instituto de Investigación, Capacitación y Desarrollo de la Mujer (IMU) y Oxfam en El Salvador, en el marco del proyecto regional “Vacunas y Desigualdades”, y cuenta con el apoyo de la Fundación Ford.

Entender la experiencia pasada en la gestión pública frente a la pandemia del COVID-19 permitirá prepararnos ante futuras pandemias.

Descarga el estudio

Barrera 1: Tecnología

Casi la mitad de las mujeres rurales no utilizó internet, debido a que no tenían acceso a este o porque no se sentían seguras o desconocían el uso de las Tecnologías de la Información y Comunicaciones (TIC).

En el ámbito educativo, el 86.89 % de las mujeres rurales saben leer y escribir, pero aún existe un 13.11 % de analfabetismo. El 55.77 % de las mujeres participantes cuenta con educación básica y el 36.54 % con bachillerato.

En suma, la tecnología requerida para hacer citas de vacunación en un sistema digital online fue una barrera para el acceso a la vacunación de las mujeres rurales, porque sus habilidades y conocimientos en el uso de las TIC son básicos, así como el grado de escolaridad, ello se traduce en una desventaja en el uso de las tecnologías para realizar la gestión de servicios. Además, este grupo poblacional tiene un limitado acceso a internet.

Medios utilizados para citas de vacunación %

Mujeres que saben leer y escribir %

Grados estudiados %

Barrera 2: Distancia

La distancia entre los centros de vacunación y las comunidades donde residen las mujeres rurales.

La mayoría de las mujeres rurales vive generalmente en cantones o comunidades alejadas de los centros urbanos de sus municipios; para trasladarse a los centros de vacunación debieron caminar largas distancias o utilizar medios de transporte como pick up, camiones o moto taxis.

Que les ocasionó a las mujeres costos logísticos y económicos no contemplados en su presupuesto. El rol de promotores de salud quienes realizaron visitas casa por casa fue clave para apoyar a que las mujeres hicieran su cita y tuviesen información certera sobre la vacunación.

Barrera 3: Ingresos económicos

Los bajos ingresos económicos de las mujeres rurales también fue una limitación para movilizarse a centros de vacunación, pues debieron incurrir en gastos en el rubro del transporte y la logística.
Los ingresos del 91.80% de las mujeres encuestadas oscilan entre $1.00 y $100.00 al mes. Los escasos recursos financieros que reciben son evidentes y, a pesar de ello, hicieron sacrificios significativos para movilizarse, lo cual provocó que no lograran cubrir otras necesidades básicas para su vida y la de su familia.

Rangos de ingreso mensual en dólares %

Temporalidad del empleo %

Barrera 4: Roles de género

La mayoría de las mujeres que enfermaron de la COVID-19 continuaron desarrollando tareas reproductivas en sus hogares como cuidar niños y niñas, hacer la comida, atender a otras personas enfermas, entre otras; sólo una minoría de ellas recibió los cuidados de sus parejas u otros familiares.

Esta situación tiene su cimiento en el rol de cuidados que se asigna a las mujeres, quienes asumen la mayor carga de labores de cuidado, en muchos casos, a costa de su bienestar físico, precisamente porque las mujeres enfrentan la invisibilización y desvalorización de su propia vida, la cual está subordinada al bien común, es decir al grupo familiar.

Los roles de género han sido una barrera para acceder a la vacunación contra la COVID-19, pues influyen en la propia valoración que tienen las mujeres de sí mismas, quienes se posicionan como las salvadoras capaces de soportar cualquier carga, incluso a costa de su propia vida.

Como consecuencia, hay impactos en la salud permanente de las mujeres, quienes nunca terminan de curar sus propias enfermedades, también incide de manera desfavorable en su autoestima, por la imposición que la sociedad hace sobre ellas, que es cuidar de otras personas como una función suprema. En el ámbito rural, los roles de género tradicionalmente han limitado el acceso a la salud de las mujeres, fenómeno que también se expresó como una barrera en la vacunación contra el coronavirus.

Conoce algunas historias

¿Quién cuidó a las cuidadoras durante la Pandemia COVID19?

Travesía de las mujeres rurales para vacunarse contra el COVID-19

Barreras económicas para acceder a la vacunación COVID19

Barrera 5: Creencias

Las creencias también han constituido una barrera para la vacunación, en la medida que diversos discursos consiguieron que muchas personas se formaran ideas que las llevó a negarse de recibir la vacuna contra la COVID-19.

Los discursos provocaron sentimientos de miedo en las personas, quienes concluían que la vacuna no contribuye a reducir la transmisión del virus. Por el contrario, muchas mujeres han asumido la falsa creencia de que la vacunación les provocaría efectos adversos como la esterilidad y la muerte.

Las creencias religiosas también han tenido una fuerte influencia. De hecho, en el ámbito rural algunas personas no se han vacunado porque han adoptado mensajes religiosos que les indican que la vacuna es el Sello de la Bestia (figura bíblica) o un chip para el control de la humanidad.

¿Cómo nos preparamos para el futuro?
Pensar las pandemias desde una mirada más inclusiva

Fortalecer la gobernanza local en materia de salud

El rol de los gobiernos locales fue relevante en acciones de prevención e información para las mujeres rurales.

De hecho, el acompañamiento de los promotores y promotoras de salud en el ámbito comunitario fue determinante para apoyar a las mujeres rurales a que hicieran sus citas y tuvieran información certera sobre la vacuna contra la COVID-19.

Es necesario fortalecer la gobernanza local y su rol en la atención de asuntos sanitarios. Para ello, es importante destinar recursos públicos que les permitan ejecutar actividades de promoción social para el beneficio de sus comunidades.

Habilitar centros de vacunación en el ámbito comunitario

Haber centralizado el proceso de vacunación inicialmente a centros de vacunación en las zonas urbanas representó una barrera de acceso para que las mujeres rurales viviendo en zonas remotas lograran vacunarse.

Esta medida les implicó asumir costos económicos que impactaros su situación económica ya precarizada.

Sin embargo, haber habilitado la vacunación en centros de salud comunitarios acercó la vacuna a las mujeres rurales. Por ello, la descentralización cercana a los hogares de las familias es necesaria, para garantizar que las mujeres rurales tengan mayor acceso a la vacunación.

Aumentar la inversión del sistema de salud pública

La economía de las mujeres rurales que enfermaron de la COVID-19 fue afectada debido a que se vieron obligadas a realizar gastos en la compra de medicamentos y para la movilización hacia un hospital, pues no tuvieron acceso al kit de medicamento brindado por el gobierno o las unidades de salud cercano no fueron suficientes para atender sus necesidades.

Esta situación se complejizó dado que la mayoría de las mujeres rurales no tiene ingresos formales y estables, por tanto, no tienen la capacidad de absorber gastos para atender una emergencia.

El sistema público requiere más inversión para robustecer sus capacidades y garantizar la cobertura y acceso a la salud de poblaciones que actualmente quedan excluidas de los servicios, como las mujeres rurales.

Promover y financiar políticas de cuidado

La infección de la COVID-19 en la vida de las mujeres supuso una sobrecarga del trabajo de cuidados, pues ante la falta de sistemas de protección y salud eficientes, respondieron y cargaron con el cuidado de sus familias.

La pandemia hizo evidente la necesidad de promover y financiar políticas de cuidado, que deben contravenir los roles tradicionales de género e incluir a las mujeres como sujetas de cuidado cuando están enfermas.

Disminuir la brecha digital con enfoque de género

El uso de la digitalización mediante un sitio web para agendar la cita de vacunación representó un reto para las mujeres rurales, pues no se consideraban con las habilidades básicas para manejar este sistema o no contaban con el acceso a internet.

Es necesario avanzar en la disminución de la brecha digital y promover el acceso a la digitalización con una política con enfoque de género. Mientras se avanza, se requiere complementar las acciones digitales con métodos tradicionales de información (medios de comunicación tradicionales y promotores de salud) para asegurar que las mujeres rurales tengan acceso a la información en igualdad de condiciones.

Implementar campañas informativas y la educación comunitaria

Aún existen mitos y creencias respecto a la vacuna contra la COVID-19 que produce miedo y se convierte en una barrera para acceder a la vacunación. Es importante establecer campañas informativas orientas a la desmitificación, promoviendo información certera basada en la evidencia.

En este caso, pueden jugar un rol relevante las Unidades Comunitarias de Salud Familiar y los Equipos Comunitarios de Salud Familiar, realizando campañas de información y procesos de educación que tengan un mejor impacto en el acceso a la vacunación y en la prevención del contagio.

Facilitar información pública actualizada y desagregada

El acceso a la información pública actualizada y desagregada sobre aspectos relacionados al manejo de la pandemia y sobre el impacto en la vida de la población es vital para la toma de decisiones de la sociedad, la academia, el sector empresarial, y los gobiernos mismos.

Se recomienda al MINSAL que proporcione información pública sobre la proporción de personas fallecidas, el número de dosis de la vacuna recibida y el porcentaje de vacunación, con información desagregada por sector (rural, urbano), por género y por edades. Esta información puede aportar a que otros sectores de la sociedad se sumen a la promoción del acceso igualitario a la vacunación.

Go to top